No puedo estar más de acuerdo. En estos tiempos en los que se habla de la necesidad de cambiar el mundo, de mejorarlo, de manifestarse por ello, de intentar que todo cambie, hay otra manera de hacer las cosas.
Los detalles son esas obras silenciosas, que pasan desapercibidas por tener un origen menos reivindicativo, porque no están vinculadas al debate continuo, esas cosas que revolucionan, que causan un revuelo que viene de la mano de la innovación, del diseño, del emprendimiento y de otras muchas cuestiones. Esos pequeños detalles dentro de los procesos de una actividad que se repite cientos, miles o millones de veces, que son llevadas a cabo por la misma o por diferentes personas, o cada pequeña característica mejorada en el diseño de cada objeto o cada servicio tiene unas repercusiones que somos incapaces de apreciar.
No hay que infravalorarlos, un detalle puede llevarte al cielo o conducirte directo al infierno pero lo que es cierto es que por pequeño que sea, a nadie dejará impasible.
Mi profesión consiste en hilar un detalle con otro, pequeñas aportaciones mias y de mis compañeros que por sí solas pueden carecer de importancia pero que unidas construyen un tejido mayor, una Universidad Europea de la que sentirse orgullosos.